domingo, 26 de abril de 2009

SAN MARCOS



































Llegó el 25 de abril o lo que es lo mismo San Marcos. Aún permanece en el recuerdo la celebración de esta festividad en la que niños y mayores esperábamos y vivíamos intensamente en compañía de los amigos y de los que aquel día se acercaban a modo de paisanos o vecinos a compartir una jornada de dispendio gastronómico en lugares pintorescos y de un valor paisajístico sin igual. Huerta Sartén (Fuente Vaqueros), Los Caballicos del Rey (Atarfe), o las choperas (lugar más genérico donde acudían los lugareños de el Jau), en fin puntos de encuentro de gente sencilla, sana y sin muchos problemas de colesterol y de otras patologías relacionadas con los excesos gastronómicos que a veces, las menos, afortunadamente, terminaban con mal sabor de boca que oscurecían el día del Santo Patrón. Aún recuerdo el infortunio que corrió un joven de la vega alcanzado por el arma de un desaprensivo y sin escrúpulos individuo de Pinos Puente, eso sucedió a la puesta del sol cuando el café dejó paso a las copas y las familias recogían manta y barbacoa para dar por finalizado el día de San Marcos del año 79. Este hecho produjo la clausura de Huerta Sartén, que a modo de precinto policial "No pasar" quedó olvidado por los vecinos de los alrededores como lugar no apto para la celebración de tan familiar efemérides. A partir de aquel día nada es lo mismo, el bullicio de la pequeña carretera de Fuente Vaqueros sola y abandonada rinde homenaje al joven de 22 años víctima del alcohol o de la mala fortuna que encontró la muerte en un día que invitaba a la conciliación, al disfrute, a la convivencia y a olvidar las carencias que por aquella fecha seguía habiéndolas. Pero la fuerza de la tradición se muestra invencible y las costumbres continúan sin que se tenga que dictar un bando por la autoridad competente invitando a los presentes a la participación en tan celebre día. De igual forma las panaderías dilatan su jornada laboral para agasajar a los que participan de la merendica en la que no puede faltar el hornazo (bollo de aceite con un huevo duro, pasas, nueces y ajonjolí) preparado para tal día y que se toma solo o con una onza de chocolate de la campana. Si no es de la campaña no es lo mismo.

El horno de mi amigo Alfonso me recibía ayer con una multitud de olores que recompensaba mi olfato y me hacia recordar aquella infancia superada por unas cuantas décadas.

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