sábado, 4 de julio de 2009

De vuelta a casa


En este caso la vuelta a casa no es por navidad, no hay nieve ni turrón, solo la familia, el trabajo y el resto de responsabilidades que tan solo a unos pocos días de transcurrir la semana se preguntan con una entendible frecuencia cuando se producirá la ansiada vuelta. Todo llega y parece que fuera ayer cuando nos dejaban tirados en el Aeropuerto de Santiago de Chile o cuando comenzaban a verse los primeros pacientes en Nueva Esperanza, los días transcurren con una secuencia de horas, de ahí que más que nunca os invito a que las horas se vivan como días con la profundidad de un momento inolvidable. Y todo esto después de visitar en el Hospital Nacional Arzobispo Loayza de Lima a Yasmin, una joven de 21 años, estudiante de la Universidad Nacional Federico Villareal cuya mala fortuna o buena, según se mire, le deparó el lunes 1 de junio salir con vida de una trágica colisión entre dos vehículos pesados, un ómnibus y un camión cargado con 165 envases de alcohol, pero con quemaduras en más del 60 por ciento de su cuerpo. La petición de nuestra cooperante Isa nos llevó hasta el cargado pabellón de quemados, ya en la antesala y mientras que Eneque y yo nos colocábamos la bata, mascara y gorro, oíamos no muy lejos los lamentos de los huéspedes, en especial los de Yasmín, qué aunque ocupaba la última cama el dolor de sus heridas no le impedían chillar con todos sus adentros. Eneque la saludó con un constreñido Hola, yo en cambio enmudecí, la imagen de dolor me invitó participar de ella y recurrir a lo de siempre, como es posible que una persona pueda vivir en este estado y pronto pensé en la mala suerte que había tenido Yasmin por salir con vida del accidente. La doctora que atendía a la paciente de la cama de al lado, no prestó información sobre el estado médico, sin atreverse a pronosticar el periodo de estancia en este mundo de la joven, nos informó sobre el complejo tratamiento que estaba recibiendo y de las 8 intervenciones con injertos de piel de cerdo que su desaparecida epidermis intentaban reponer. Todo un cuadro, por supuesto también médico, pero ante todo de impotencia primero por la negligencia de los conductores que ellos si salieron ilesos sin un leve rasguño, segundo por qué según los informes médicos en el Perú no cuentan con la tecnología subiente para tratarla y tercero porque los 500 soles diarios que cuesta el tratamiento de Yasmin lo tienen que pagar sus padres, amigos y familiares a fuerza de actos solidarios.
La solidaridad granadina también ha llegado hasta Yasmin.
Espero y deseo que Yasmin vuelva pronto a casa.

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