lunes, 30 de marzo de 2009

Comemos mucho cerdo.



El consumo total de carnes se aproxima a los 2,8 millones de toneladas, cifra similar a la
de hace una década; a pesar de este estancamiento a medio plazo, cabe destacar que
entre 1987 y 2003 se ha registrado un incremento superior al 6%. Este incremento está
ligado al incremento de la población, como prueba el hecho de que haya disminuido
el consumo por habitante; por lo tanto,las costumbres alimentarias de los inmigrantes, a los que se debe principalmente el último repunte de la población, van a ser determinantes en las características futuras del consumo. Hay que tener en cuenta que en todos los países desarrollados se aprecia desde hace años una disminución de la ingesta de proteínas provenientes de las carnes.
El mayor consumo de carnes corresponde al porcino fresco (más del 20% del total) y transformado (43% entre ambos), seguidos por el pollo (25,5%) y el vacuno (14,8%); el ovino y caprino se quedan en un modesto 5,3%; y el conejo, en un 2,5%. Desde 1987
ha subido mucho la participación del cerdo fresco y han bajado las de pollo y vacuno.
El consumo de carnes se vio profundamente alterado por las crisis alimentarias de final de los años noventa, que provocaron una caída del consumo, principalmente de vacuno, durante los años 1999, 2000 y 2001. Aquellas crisis, especialmente la de las “vacas locas”, fueron responsables de las rígidas medidas de seguridad alimentaria puestas en marcha por la UE, pero a efectos del consumo tuvieron un efecto pasajero; de hecho, el consumo de vacuno se recuperó a efectos normales y la composición del consumo proteínico ha seguido prácticamente las mismas pautas. Cabe citar que en esos años creció el número de vegetarianos y se incrementó el consumo de carnes “con etiqueta” (especialmente algunas indicaciones geográficas que tenían estructura comercial para concurrir al mercado); sin embargo, no supuso ningún aumento estable en el consumo de ovino y la participacion del pollo, tras un paréntesis, continuó descendiendo lentamente.
Los consumos de carne difieren mucho entre regiones, debio tanto a la diferente estructura
demográfica, como a la frecuencia de las comidas fuera del hogar y a las diferentes costumbres gastronómicas. Estas diferencias se manifiestan en la diferente composición del consumo y en el tipo de animal sacrificado
.

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